
No sé si es un verdadero drama o a mí me resulta dramático el hecho de que la gran mayoría de personas caminen por el mundo con un chaleco de explosivos adosado al pecho, es decir, cargadas de emociones a punto de detonar sin saber en qué momento o en qué situación se prenderá la mecha de su explosión emocional. Es un asunto ciertamente peliagudo el hecho de que un adulto medio no sepa poner nombre a sus emociones, no sepa comprender sus propios sentimientos y, mucho menos, que no sea capaz de desactivar los mecanismos que detonan dramáticamente en su corazón.
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Y no lo digo desde un punto de vista romántico o poético, es que el pericardo, esa membrana que protege nuestro corazón, se contrae y dificulta el buen funcionamiento cardíaco cuando nos desbordan las emociones. Así que en algunos pequeños capítulos voy a aportar algo de luz a los procesos emocionales para iniciar el primer paso indispensable en cualquier proceso de autorregulación, es decir, la comprensión. Empezaremos con la distinción básica entre emociones y sentimientos.
¿Qué es una emoción?
Una emoción es una reacción compleja del cerebro ante un estimulo externo o interno. Entendemos por estímulos externos aquellos que vienen dados por los sentidos: algo que oigo, algo que veo o algo que siento. Mientras, los estímulos internos vienen dados por nuestros pensamientos en sus variadas y sorprendentes formas.
Emoción viene del latín emovere que quiere decir “mover hacia o desde”. En contra de lo que se piensa, las emociones son algo transitorio y no permanente que nos suele sacar de nuestro estado habitual, es decir, la emoción nos mueve hacia otro estado diferente del que nos encontrábamos antes de sentirla.
Las emociones también son inevitables, automáticas y son más intensas y duran menos tiempo que los sentimientos. Repito: inevitables, automáticas, intensas y de corta duración.
Normalmente, las emociones, suelen impulsarnos hacia la toma de acción.
Por ejemplo, si acabas de comprarte un coche y al segundo día que lo utilizas al ponerlo en marcha no arranca, es posible que sientas enfado. O si acabas de enterarte de que te han concedido una beca para estudiar, entonces puede ser que sientas alegría. Si te cuentan que han robado en tu edificio, quizás sientas miedo. Si paras a recordar a algún familiar que ya no está presente, seguramente conectes con la tristeza.
Es decir, como ves, cada estímulo, externo o interno, provoca una reacción emocional automática, inevitable e intensa, imposible de controlar y de corta duración. Ahora verás porqué digo de corta duración, porque la emoción es solo la chispa que detonará el sentimiento y este último sí que suele prolongarse en el tiempo.
Entre las emociones es importante que aprendamos a distinguir las 6 básicas, que son: Tristeza, Enfado, Alegría, Miedo, Asco y Sorpresa. Es importante no solo memorizarlas sino también, y a lo que te invito, que comiences a identificarlas cada vez que hagan acto de presencia en ti. Si quieres puedes utilizar la regla nemotécnica de TEAMAS, donde cada una de las siglas representa una emoción: T de tristeza, E de enfado, A de Alegría, M de miedo, A de Asco y S de Sorpresa, TEAMAS.
Aunque de momento no te lo creas, todas ellas son absolutamente neutras, es decir, no hay emociones positivas ni negativas. Como veremos más adelante, es lo que hacemos con estas emociones lo que le va a dar un tinte positivo o negativo, lo que va a hacer que las vivas de un modo u otro. Pero vamos antes a ver los sentimientos para terminar de construir nuestro marco conceptual.
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Entonces, seguramente, te estarás preguntando: ¿qué es un sentimiento?
Un sentimiento es el resultado de aplicar un pensamiento a la emoción. Es decir, si quieres verlo como una fórmula, para tener un sentimiento necesitamos sumar el pensamiento a la emoción.
Así, el sentimiento es la experiencia subjetiva de nuestra experiencia emocional. O dicho de otro modo: es nuestra forma particular de vivir esa emoción que nace, como vimos, automática, incontrolable y de corta duración, al aplicarle nuestro pensamiento. Repitiendo la fórmula decimos que un sentimiento se construye al sumar un pensamiento a una emoción.
Según el biólogo Humberto Maturana, una emoción se transforma en sentimiento en la medida en la que uno toma consciencia de ella. Y esa consciencia viene determinada, como puedes imaginar, por el pensamiento.
Es decir, en el sentimiento interviene además de la reacción fisiológica de la emoción un componente cognitivo y subjetivo. Un sentimiento, por tanto, se da cuando etiquetamos la emoción y emitimos un pensamiento acerca de ella. Sea este más o menos consciente.
Como comprenderás entonces, los sentimientos suelen van a durar más tiempo que las emociones. Estos, los sentimientos, durarán tanto tiempo como nos dediquemos a pensar en ellos y en la situación que lo desencadenó. De este modo, es lógico pensar que no habrá sentimientos sin una emoción previa.
Algunos ejemplos de sentimientos son el amor, los celos, el sufrimiento, el resentimiento, la paciencia, el odio, la gratitud, la rabia, la serenidad, el rencor, la felicidad, la compasión, la ira, la culpa, la esperanza y el respeto entre otros muchos.
Imagina ahora que tu pareja te acaba de dejar, y te das cuenta de que nace en ti, naturalmente, una emoción de tristeza. La tristeza se convierte en el sentimiento de melancolía cuando pones consciencia y pensamiento sobre la emoción. O quizá la tristeza se convierte en tu caso en resentimiento, o en culpa, o en tranquilidad, o en rencor… como ves, dependerá del pensamiento que acompañes a esta emoción el hecho de encontrarte con uno u otro sentimiento o un cóctel de varios de ellos.
Como decía en la introducción de este artículo, fíjate que a medida que desarrollemos el autoconocimiento emocional desarrollaremos cierta empatía natural, la cual nos va a permitir además poder entender los sentimientos de las demás personas y en consecuencia lograr una mejor comunicación y comprensión en nuestras relaciones.
¿Aun tienes dudas para distinguir emoción de sentimiento?
Vamos entonces a indagar algo más en las diferencias entre ambos. Te propongo 6 puntos clave para lograr identificar cada uno de ellos:
Primero de todo, como decíamos: las emociones son estados transitorios que vienen y se van. Los sentimientos en cambio, tienen una duración más larga en nuestro cuerpo y en nuestra mente. Este último, el sentimiento, durará tanto tiempo como dediquemos nuestro pensamiento a rondar sobre ello.
En segundo lugar, las emociones se dan de forma inconsciente, automática y muy rápida. Los sentimientos, por su parte, suceden cuando interviene la consciencia y el darse cuenta, además se necesita un tiempo para que un sentimiento se forme: el tiempo de pensar acerca de lo sucedido o lo que esperamos que vaya a suceder.
En tercer lugar, la emoción siempre precede al sentimiento. Es decir, sin emoción nunca vamos a tener un sentimiento. De este modo también es posible que una misma emoción despierte diferentes sentimientos a una persona. Por ejemplo, la emoción de alegría, puede despertar un sentimiento de amor, felicidad, euforia o ilusión entre otros.
En cuarto lugar, las emociones son reacciones psicofisiológicas que ocurren de manera automática, espontánea e incontrolable. Mientras que los sentimientos son la interpretación que hacemos de esas emociones y se pueden regular mediante nuestros pensamientos.
En quinto lugar, cuando somos conscientes de nuestros sentimientos vamos a poder gestionarlos. En cambio con las emociones, este fenómeno no se da, porque lo queramos o no van a estar ahí, ya que se producen siempre de forma automática y orgánica.
Y por último, en sexto lugar, las emociones tienen una intensidad mayor que los sentimientos. Estos últimos, los sentimientos, son más suaves en intensidad porque ya interviene la consciencia y los pensamientos, salvo que no sepamos regularlos, entonces nuestra sensación será de desbordamiento e incapacidad de autorregulación emocional.
Recuerda las emociones básicas
Para simplificar el trabajo nos centraremos en ellas: la tristeza, el enfado, el asco, el miedo, la alegría y la sorpresa (T.E.A.M.A.S). Recuerda que todas ellas son neutras y que es el pensamiento el que crea la polaridad positiva o negativa sobre las mismas construyendo el mencionado sentimiento.
En próximas publicaciones vamos a entrar más a fondo en cada una de las 6 emociones para ver su procedencia, utilidad y de qué modo nos pueden ayudar a medida que las vamos reconociendo en nosotros. Hasta entonces recibe un cordial saludo.
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_ La fotografía de la portada es de Joseph Frank con licencia cc